Por segundo año consecutivo, el actor británico Colin Firth presenta su candidatura al Oscar de Hollywood de interpretación. Primero fue por su personaje protagonista en "Un hombre soltero", película dirigida por el diseñador de moda Tom Ford, donde el elegante actor encarnaba a un profesor universitario y homosexual que pierde en un accidente automovilístico al hombre con el que ha convivido quince años. Y ahora por su celebradísimo trabajo en "El discurso del rey", donde interpreta a Jorge VI, padre de la actual reina Isabel que llegó al trono con un grave problema de tartamudez tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII.
El pasado año, Colin Firth se quedó en el intento, es decir, en la "nominación", pues el ganador finalmente del Oscar fue Jeff Bridges por "Crazy Heart", con lo que la ceremonia de este año podría convertirse en algo así como en un pliegue de la historia, un boomerang o el nuevo lanzamiento de la misma moneda, ya que ambos actores vuelven a estar "nominados" y además se perfilan como los grandes favoritos. De hecho, la única desventaja que tiene Bridges con su flamante papelón de viejo sheriff tuerto y borrachín (papel por el que ya ganó un Oscar John Wayne y lo celebró con su célebre frase de "si lo sé, me pongo mucho antes un parche en el ojo") es el haberlo ganado ya en la edición anterior.
Los grandes ojeadores de los Oscar dan casi por hecho que Colin Firth ganará el premio por varios detalles: que ha conseguido ya el Globo de Oro y el galardón que otorga el Sindicato de Actores, pero, sobre todo, porque dignifica a un personaje con una tara física, que además es Rey y que tuvo un papel decisivo en la entrada en guerra de Inglaterra contra la Alemania nazi. También podría añadírsele al haber, el hecho de que la Reina de Inglaterra se haya tambaleado de emoción al ver al guaperas Colin Firth interpretar de un modo tan atractivo y cercano a su propio padre. No es preciso aclarar, obviamente, que la Reina de Inglaterra no vota en los Oscar, pero muchos del Sindicato de Actores, sí.
Al margen de que Colin Firth se haya convertido en estos dos años en uno de los personajes más de moda del cine, sus cualidades como actor son muy evidentes y vienen de lejos, casi desde su irrupción en "Another country". Sólido, elegante, discreto, eficaz ya en películas como "Valmont", "El paciente inglés", "Shakespeare enamorado", "El diario de Bridget Jones", o hasta en películas que reposaban casi por completo en sus hombros, como "Génova", de Michael Winterbottom, donde interpretaba a un paternal viudo, el caso es que Colin Firth se ha consolidado como el actor británico por excelencia, en un cruce magistral entre Michael Caine, Sean Connery y Peter O'Toole, y quedará magníficamente encuadrado cuando suba al escenario dentro de unos días a recoger su Oscar y suelte sus palabras de agradecimiento en un inglés portentoso y sin el más leve amago de tartamudeo.
